Por Carlos Abril, CEO de Atos para la Región Austral Andina
AWS, Azure, Google Cloud y Alibaba Cloud registraron un crecimiento de hasta el 40% en el tercer trimestre de 2020, a pesar de la crisis mundial. Desde el primer cierre, la nube pública ha atraído a las empresas por su flexibilidad y garantía de servicio durante la pandemia. Es el caso, por ejemplo, de los comercios minoristas, que han encontrado en la nube una herramienta para satisfacer la demanda de compras online. Para otros sectores, la promesa de un ahorro sustancial y una mayor agilidad seguirá aumentando la demanda y apoyando su estrategia de reducción de costos, para mitigar las consecuencias económicas de los cierres sanitarios.
Sin embargo, para que esta promesa se haga realidad, es esencial evitar algunos errores comunes en la adopción de la nube y no caer entre los usuarios decepcionados.
Conversión sin convicción
Muchos departamentos de TI sólo deciden pasar a la nube para cumplir con el deseo de la alta dirección de modernizar la infraestructura o reaccionar ante la propagación de la Shadow IT[1]. Este enfoque puramente defensivo da lugar a planes de transformación que pueden ser vacilantes, incompletos y/o demasiado lentos. Esto no responde a las necesidades de la empresa, sino que hace que las organizaciones sean reacias a adoptar una estrategia integral en la nube. No se atreven a cambiar a un sistema totalmente diferente, a reducir el tamaño de los centros de datos o a cerrarlos. El sector del transporte, donde el negocio depende en gran medida de la confianza del cliente, puede verse tentado por esta opción como estrategia de reducción de riesgos.
El mantenimiento de infraestructuras duales no sólo aumenta los costos operativos, sino que también incrementa la complejidad, lo que hace que para la empresa sea cada vez más difícil adoptar lo digital y crear soluciones ágiles que son fundamentales para el éxito. Esta lentitud en la adopción afectó directamente a los trabajadores de las organizaciones durante el primer cierre, ya que los empleados se vieron obligados a adaptar sus horarios de trabajo en función de la disponibilidad de recursos del centro de datos, cuando debería haber sido al revés.
Los centros de datos buscan revancha
Incluso entre los que creen en la nube pública, los viejos hábitos perduran. A lo largo de su carrera, los gestores de infraestructuras han sido reacios al riesgo a la hora de construir centros de datos. En instalaciones previstas para durar al menos diez años y destinadas a albergar aplicaciones sensibles y exigentes en términos de capacidad y seguridad, saben que todo debe ser perfecto desde el principio.
Con gran frecuencia, este patrón se perpetúa en la nube e inmediatamente se sobredimensiona la arquitectura. Esta precaución es innecesaria y cara, ya que la nube permite el crecimiento, la adaptación progresiva e incluso la posibilidad de cometer errores. En lugar de hacer planes a largo plazo, es mejor permitir un crecimiento orgánico e interactivo de la infraestructura en la nube haciendo el máximo uso de las herramientas nativas de la nube que pueden reforzarse si es necesario.
Según Gartner, en 2025, el 80% de las empresas habrán migrado sus centros de datos tradicionales a la nube, frente al 10% actual.
De esta manera, las organizaciones buscan cada vez más migrar sus centros de datos para reducir los gastos, centrarse en la innovación del negocio y ahorrar en costos de infraestructura. Sin embargo, ir a la nube requiere - sin duda - una inversión financiera. Asimismo, pueden obtener un ROI positivo casi inmediatamente y liberar capital para los esfuerzos de modernización aprovechando las soluciones de absorción de costos.
"Barra libre" para los desarrolladores
Esta flexibilidad no significa que no se necesite un marco sólido. Las empresas más afectadas deben reinventar partes enteras de su negocio en caso de emergencia, por ejemplo los hoteles que quieren cambiar a un servicio de coworking / teletrabajo o las aerolíneas que proponen vuelos de carga en lugar de pasajeros. Sin embargo, pueden tener la tentación de abrir demasiado las compuertas, centrándose totalmente en la innovación para sobrevivir. A los desarrolladores les encantan las innovaciones, pero no establecer políticas claras equivale a dejar que cada uno elija lo que quiera del amplio catálogo de un proveedor de la nube. Esto crearía un entorno imposible de operar debido a su heterogeneidad y complejidad. Incluso si se asigna una parte del trabajo a los desarrolladores de la nube, sigue siendo necesario estandarizar, racionalizar y poner en común los recursos.
Finalmente es el momento de hablar de una lección adicional, que puede ser la más importante: conocer que podemos aprovechar la generalización de la nube para reforzar el derecho a equivocarse en la cultura corporativa.
La forma correcta de desplegar la nube pública es la que satisfaga las expectativas de cada organización. Lo principal es definirlas claramente, experimentar para aprender y no tener miedo de cometer errores. Porque, el elemento común de las transiciones no exitosas es que han sido llevadas a cabo con miedo a tomar malas decisiones que resulten irreversibles. La nube pública nos libera de esto, sólo es cuestión de averiguar cómo sacarle el máximo partido.
[1] *sistemas no regulados configurados por los usuarios sin el conocimiento de los responsables de TI